lunes, 6 de junio de 2011

La biblioteca, nombre común, fuera de uso en RD

P. Jesús Hernández, sdb
Director de la BAS

(DECOSAL - Santo Domingo) - Aduzco un dato y me abro a una posible reflexión sobre el nombre “biblioteca.”

a. El dato
Juan Pérez, recién llegado a Santo Domingo, quiere orientarse sobre las bibliotecas de Santo Domingo; acude al Directorio Telefónico 2011. Encuentra lo siguiente:
Sección gobierno: página 2, tres informes breves (en 7 líneas), así iniciados: a) Biblioteca Pública, b) Biblioteca República Dominicana, c) Bibliotecas móviles
Sección negocios: página 34, tres informes (en 8 líneas) dedicados a: a) Biblioteca Gómez Berges, b) Biblioteca Nacional c) Biblioteca Piloto Infantil Manganagua.
Sección clasificada: ni en el índice ni en las páginas amarillas se menciona biblioteca alguna.
Por lo demás,  ni las direcciones ni los números telefónicos, probados, complacen a Juan Pérez.

b. La reflexión
No quisiera quedarme con el compilador de la voluminosa publicación de Claro-Codetel, busco alguna razón para entender este signo, esta carencia. Lo inmediato es que estoy ante algo que goza de poco aprecio público si el Directorio, fuente de mil informaciones, no la considera digna de aparecer. Pero vayamos al detalle.

A Claro-Codetel no le interesa recalcar su servicio a “bibliotecas”; no formaliza con ellas su contrato para el Directorio;  ello es reflejo de que la ciudadanía no busca ese servicio, o de que Codetel es insensible a los posibles reclamos de los ciudadanos.

Algo más grave, va desapareciendo o ha desaparecido ya la cultura de bibliotecas, tal vez sustituida por otra forma cultural. Las muchas instituciones que tienen bibliotecas no se interesan de promover su propio centro. El gobierno, a través de sus instituciones culturales,   prescinde de ese bien común.

Podría suponerse que las bibliotecas han quedado anquilosadas ante las necesidades de los lectores, o que se contentan con el público esclavo, sus propios alumnos, o que el costo de la actualización no les da para ponerlas al día, o que la incapacidad o vagancia de los directivos  se mueve por otras direcciones y no en el servicio al  usuario.

Conclusión
Ese dato y esa “descabellada “reflexión podrían servir para calibrar el grado de cultura de la República Dominicana.. Tal vez todo eso sea solo un manejo impropio del compilador y que Juan Pérez deba renunciar a las cavilaciones o excusas que ciertamente se dan aquí, pero no en su país.

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